Las monedas
complementarias son un elemento indispensable en el sistema económico del
futuro. La actual crisis económica no se puede desligar de la crisis ecológica.
Debemos hablar de una crisis sistémica. La crisis actual va ligada al concepto
de globalización y es el modelo de globalización el que está en crisis”, afirma
Antoni Dalmau Llagostera, coordinador de la asociación ECOL3VNG, entidad
organizadora del Encuentro Estatal de Monedas Sociales y Complementarias, que
comienza hoy y finaliza el domingo en la ciudad catalana de Vilanova i la
Geltrú.
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“Si la economía especulativa nos ha
acostumbrado a un estilo de vida individualista marcado por la búsqueda del
mayor lucro personal posible, mediante la competición agresiva y la rapiña, las
economías sociales, al no ser especulativas y al ser locales tienen la virtud
de poner en contacto personas. Fomentan el mutuo conocimiento y estimulan la
cooperación, dando lugar a relaciones de ‘buen rollo’, con un ‘no se qué´ que
se crea muy diferente al que la economía especulativa nos ha acostumbrado. Se
recupera la confianza entre la gente”, sostiene Dalmau Llagostera.
Las jornadas se desarrollarán hasta el
domingo y se abordarán temas relacionados con las monedas locales y
sociales, bancos de tiempo, redes de intercambio y software libre de gestión de
monedas, entre otros.
En
ese sentido, el coordinador de la asociación ECOL3VNG ha explicado que en la
actualidad, no se conocen con exactitud cuántas iniciativas de monedas
complementarias funcionan en España aunque “precisamente el objetivo es avanzar
hacia la creación de una red estatal de monedas sociales para poner en contacto
estos grupos y poder llegar a contabilitzar”. “Lo más extendido, ya que algunos
hace años que funcionan, son los bancos del tiempos, que en realidad son un
tipo de moneda social, en la que la moneda es una hora”, precisa aNoticias Positivas.
“Una de las premisas de las monedas
sociales locales es el siguiente razonamiento: actualmente hay productos que
dificilmente se pueden fabricar en un pueblo o ciudad. Por ejemplo, un
ordenador, un móvil, un coche o un avión. Por lo tanto, debemos hablar de
productos globales, mercado global y monedas globales pero hay productos que
hasta hace 40 ó 50 años siempre se habían producido localmente en cada pueblo,
como comida, ropa, muebles o casas, por tanto, debemos hablar también de
productos locales, mercados locales y debería haber monedas locales para
estimular esta producción local”, explica Dalmau Llagostera.
Y
remarca: “todos hemos participado de alguna manera en poner en marcha la
globalización, ahora debemos poner en marcha la gloCalización, que es lo global más lo local, y esto
significa volver a poner en marcha la producción de todo aquello que es posible
producir localmente, volver a estimular la producción local pero con visión
global. No significa volver atrás sino avanzar hacia esta nueva era por la que
todos y todas podemos ya trabajar y de una manera muy sencilla: a la hora de
escoger los productos, priorizar la compra de productos locales. Y en este
sentido las monedas sociales, sin intereses, y locales nos pueden ayudar a
construir este futuro que necesitamos. En la medida que las economías sociales
locales avancen, junto con todas la iniciativas de economía cooperativa,
estaremos en condiciones de exigir los cambios éticos necesarios a la economía
global”.
La idea inicial de organizar el encuentro
en Vilanova i la Geltrú surge a principios de 2011 en el Simposio Internacional
de Monedas Sociales y Complementarias en Lyon, Francia. Durante los diálogos,
los participantes pusieron de manifiesto que cada moneda social se crea de
manera distinta, según la cultura, la historia, las circunstancias del lugar,
la tecnología existente y la gente que la impulsa. “Si bien los formatos son
diferentes, podemos hablar de dos elementos en común: el valor de las monedas
sociales no lo marca ningún gobierno ni ningún banco sino la gente con su
trabajo y si hay créditos son sin intereses. La idea que quedó al aire es que
deberíamos avanzar en compatibilizar de algún modo estos modelos distintos de
monedas sociales”, recuerda Dalmau Llagostera.
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